Claudia Herrera

//Claudia Herrera

Artículo publicado el día 16/09/2013 en la sección Economía y Negocios del diario El Mercurio.

A los 22 años estudiaba arquitectura. En tercer año me fue mal en un ramo y me vino una crisis existencial. Quise darme un tiempo para pensar si daba la Prueba de Aptitud de nuevo o congelaba.

Entré a la empresa como vendedora de acero en la barraca de fierro. Partí de cero en el mesón como cualquier otro empleado. Era un mundo ajeno al que yo vivía, tuve que aprender a relacionarme con distintos tipos de personalidades y condiciones sociales, con una realidad a la que no estaba acostumbrada: la del cliente que te pedía que le llenaras el cheque por que no había llevado los lentes, pero que en realidad no sabía leer ni escribir.

A mí no me cuentan cuentos, porque yo partí de cero. Aprendí que – aunque la mayoría es honesta – siempre hay gente que te defrauda en el camino.

Hay que confiar, pero tampoco meter las manos al fuego por nadie. Por eso, siempre hay que estar pendiente del negocio y nunca dejar todo en manos de terceros.